Frases

“No se cambian las cosas combatiendo la realidad actual. Para cambiar algo, es necesario crear un nuevo modelo, uno distinto que haga que el actual modelo quede obsoleto".

Richard Buckminster Fuller

martes, 21 de diciembre de 2010

La Montaña y Yo Mismo

- ¿En qué momento te olvidaste de ti mismo?
- No lo sé; no lo recuerdo; ni siquiera me lo
había cuestionado.
- Y, ¿si le preguntas a la Montaña?
- ... ...Mmmm....

(El Silencio preguntándome a mí.)



El Silencio tiene esa capacidad de envolvernos de contenernos, y de desafiarnos a conectarnos con nosotros mismos, con la naturaleza, con el todo, y especialmente, con el momento presente, con una presencia presente-consciente, que te permite comenzar a observar y escuchar desde dentro, tomando conciencia que lo que llamamos realidad es un espejismo que muestra que la forma es más importante que el fondo, que el deber ser es más importante que el Ser uno mismo, donde tener la razón, es más importante que ser feliz, donde nos olvidamos de lo "luminosos" que somos, para convertirnos en consumidores racionales, dividores, separatistas, clasistas, racistas, en definitiva, egoístas, sin ver que la vida es una constante integración.

Hace unas semanas estuve en Portillo, donde tuve la oportunidad de por primera vez en la vida,
usar mi derecho a ser Sanamente Egoísta, es decir, derecho a Ser yo mismo, sin las máscaras, escudos, y armaduras que usamos para poder andar enfrentando los vaivenes de la vida, y tomar noción de como el día a día, al menos a mí, me llevó a generar estrategias de sobre-vivencia, que a la larga lo único que lograron, fue desconectarme de mi verdadero Ser, de quien realmente soy, del ser poderoso y luminoso que fui al momento de nacer, para transformarme en quien otros querían que fuera, en los "deber ser" que me indicaban qué y quien ser, en definitiva, transformarme en un ser herido, que sin tener conciencia de aquello, iba hiriendo a otros seres heridos.

Estando allá, y con el permiso a usar mi derecho a encontrarme conmigo mismo, y estar a mi propio servicio y de nadie más, tuve varias conversaciones con la Montaña.


Luego de dos días de observarla, caminar la laguna que la acompaña en su base, ella al darse cuenta de mi intención de conocerla, no mostró mayor resistencia y me mostró algunos caminos para comenzar mi subida.

Me fue proveyendo de roca firma de la cual pisar y poder agarrarme, y me encantaba el canto que hacía con la caída de sus deshielos.

Ella jugó conmigo, pues luego de haber subido bastante, me tenía una sorpresa: un banco de nieve camuflado por el polvo, para el cual obviamente, no andaba con los implementos adecuados y necesarios.

Por un momento pensé que a ella ya no le gustaba mi presencia, por lo que no sabía qué hacer: me arriesgaba a seguir o me emprendía la bajada. Estuve un rato dudando, y finalmente dije, "OK, algo me querrá decir con esto", y emprendí la bajada.

Sin embargo, al ir bajando, el viento me hace girar, y al hacerlo, diviso un nuevo camino para seguir subiendo; la Montaña me estaba dando una nueva oportunidad.

Observé bien el entorno, y a unos 15 metros, puedo ver un palo de bambú: la Montaña me proveía ahora de un bastón, y reinicié la escalada.

Entendí que ella estaba contenta con mi visita, pues poco a poco me guíaba por caminos más seguros a pesar que la pendiente era cada vez mayor.

Las conversaciones conmigo mismo se iban volviendo geniales, me conectaba con la inocencia pérdida que me permitía entablar diálogos con mi Niño Interior, y a medida que toma más y más altura, la montaña me agradecía con paisajes bellísimos, una vista a la laguna extraordinaria, y picos de montañas que desde el hotel y la base no se observaban.

Llegó un momento el cual ya no estaba en condiciones de seguir subiendo, sin embargo la Montaña me enseño que muchas veces, el camino, el proceso, y el viaje, son suficientes, y que el gozar cada momento, en un instante presente, pueden ser más extraordinarios que la cima en sí.

Su agradecimiento por mi visita la hizo llamar a su amigo el viento, quien vino a soplar en contra para sostenerme mientras bajaba.

Al llegar nuevamente a sus faldas le pregunté:
-"Querida Montaña, ¿por qué tanta gratitud hacia mí?"
-"Hace mucho tiempo que nadie venía hacia aquí por mí. Todos venían por ellos a usarme. Tú me has mirado, me has visitado, y me has conversado, y he escuchado a tu Niño Interior cuánto le gustaba subir cerros y montañas... ...cómo iba yo a fallarle a tan precioso niño."

La Montaña es genial, te invita, te llama, y si te conectas con ella, te acoge, te contiene y te acompaña. La Montaña es como la vida, te entrega varios caminos, senderos y vías para subir, y si la escuchas, puedes escoger el más apropiado,de lo contrario, te vas por los más complicados, con los consecuentes pesares y sufrimientos.

La montaña te da señales, y a medida que vas avanzando en tu escalada, comienza a regalarte nuevas vistas, nuevas perspectivas, y nuevos senderos y caminos para proseguir tu viaje. Y lo más importante de todo, si aprendes a "bailar" con ella, ella te regala su sabiduría... ...igual que la Vida.

4 comentarios:

Tanja dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Tanja dijo...

Que liiiiiiindo!!!!

Me encantó tu relato, muchas gracias por compartirlo =)
(Y lamento la demora... aunque la montaña se muestra cuando el aventurero está preparado para recibirla).

Anónimo dijo...

Rodri
me encanto!!!QUE GANAS DE HABER ESTADO AHÍ!!!
FELICITACIONES!
besos
Susy

Florence de Lambert dijo...

Maravilloso,
gracias yoyo por compartir tan bella experiencia.